Suerte.

Se llamaba " Suerte". Le pusimos ese nombre mi mujer (Conchín) y yo, pq nunca hemos creído en las chorradas de la "mala suerte" como por ej un gato negro, así que decidimos reírnos un poco de ello y ponerle de nombre lo contrario. Nunca me habían gustado los gatos, pero ocurrió lo siguiente: Mi suegra tenía una gata, la madre de Suerte, que tuvo una aventura furtiva y amorosa con un gato callejero, relación a partir de la cual nació una camada de 4 gatitos. Suerte en teoría se lo iba a quedar un amigo pero en el último momento se lo pensó mejor, y así fue como llegó a nuestra casa.
Lo tuvimos alrededor de 9 años con nosotros, durante los cuales vivió en 2 casas y tb asistió a la ampliación de la familia cuando llegaron nuestros hijos, Alberto y Mario, con los que tuvo muuuucha paciencia. Siempre tuvo un buen comportamiento, muy gatuno diría yo. Era extremadamente "mimoso" y por supuesto, tenía su propio carácter dentro del clan familiar. Le gustaba dar cabezazos amorosos y siempre, siempre, le gustaba jugar con mis pies cuando me acostaba por las noches, imaginando que los mismos eran ratones a los que tenía que atrapar. Más de un susto me he llevado en esos "ataques sorpresa".
Finalmente, cuando le llegó su hora, tuve que tomar la difícil decisión de sacrificarlo para evitar que siguiera sufriendo, y he de reconocer que me afectó bastante en el momento de la despedida. Lo estuve acariciando mientras la inyección letal hacía efecto y los dos nos quedamos con la mirada fija el uno en el otro, aunque no fue una despedida, más bien, un "hasta luego". Es así como prefiero pensarlo con todos mis seres queridos.
Y bueno, por todo esto y mucho más, "Suerte" ocupará una diapositiva en mis recuerdos para siempre.
Ah se me olvidaba, le podías tirar una bola de papel o unos calcetines enrollados y te los traía con la boca dispuesto a que le volvieras a lanzar, en serio, era medio perro. Era la leche. Era mi gato ...
Fotografía: vincentcambres. Tomada en mi casa.

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